Como todas las noches antes de irme a acostar, apagué el ordenador y me dirigí al baño.
Los halógenos parpadearon al encenderse y me devolvieron mi imagen del espejo. Pelo castaño enredado y ojos cansados. Me agaché a coger una crema hidratante pero mi reflejo no se movió. Mi otra yo continuó mirándome impasible.
Convencida de que me había quedado dormida en mi mesa alcé la mano tratando de tocar mi paralizado reflejo. Ella se apartó y me gritó furiosa:
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Solo trataba de tocarte- Repliqué entre incrédula e intimidada
- No me refiero a eso, estúpida, me refiero a “él”…Y no me mires con esa cara de tonta que sabes a quién me refiero, el que le hace dar cinco loopings a tu estómago, el que te deja con una sonrisita bobalicona plantada en la cara…
- Ahhh…ese- Interrumpí haciéndome la sueca
- ¡¡Sí!! ¡¡Ese!! ¡¡Pedazo de amnésica!!
Furiosa empezó a dar vueltas de un lado a otro del espejo.
- No es especial, que lo sepas. Es uno más, solo uno más, ya te has dado cuenta. Las dos sabemos qué pasa con esos, al principio te derretirá, te hará sentir única, le darás tu corazón confiada, tu presente y, quién sabe cuánto, futuro…y ¿para qué? Para que, como siempre, vuelvas aquí, a buscarte en este espejo, con tus ojos llorosos y la cara hinchada preguntándote qué fue de esa chica que tenía tanto amor…y cada vez, cada vez, te cuesta más encontrarte y volver a ser la de antes.
Bajé la mirada furiosa y contraje los puños notando como las uñas se me marcaban en las palmas…aquellas que conocía tan bien. Pero, tenía razón…siempre la tenía.
Con una cruel carcajada continuó imparable embistiendo mi frágil estima:
- ¿Qué te creías? ¿Que iba a ser diferente? ¿Que iba a ser especial? Que podría ser…no sé…¿amor? Sigues siendo la misma niña ingenua, y, en el fondo, hasta te mereces que te pase esto, por no madurar de una vez y dejar de creer en tus cuentos.
Traté de evitarlo con todas mis fuerzas, pero no podía más, las lágrimas que estaba reteniendo resbalaron por mi cara.
- Llora, llora, mejor que lo hagas ahora, mejor que le olvides a tiempo, ahora que solo ha rozado tu corazón sin llegar a tomarlo, mejor que te alejes, mejor así…
Aún con las pestañas mojadas sostuve el bote de crema, y, con un fuerte impulso, lo lancé contra el espejo, fragmentando mi imagen en miles de trocitos que cayeron por todo el lavabo.
La voz de mi otra yo desapareció de golpe dejando que solo se oyera mi agitada respiración.
Con cuidado empecé a recoger los brillantes cristales, que, afilados, me cortaron. Una gota de sangre floreció en mi dedo mientras reprimía un macabro pensamiento.
Amor…dolor